Las manzanas en esta época se parecen extrañamente a las peras, y estas a su vez se parecen a las calabazas y huelen a melón, las sandias son redonditas como una pelota de voleibol y saben al jugo que bota el trasero de las deportistas. Las frutas ya no son las de antes, recuerdo que cuando chico me perdía en la chacra de 20 metros que tenia mi abuela, habían varias plantas de cannabis y estas las ocultaban plantando entre ellas muchas enredaderas de tomates y ajíes, me encantaba comer los tomates con un poco de sal, como si fueran frutas tropicales de esas que salían en la isla de la fantasía por aquellos años, nada comparables a las mierditas desabridas y colorizadas que llaman ahora tomates, y lo raro es que a nadie le sorprende que un tomate dure como 10 días sin refrigerarse, estos frutos duran 3 días con cuea en su estado natural, quizás mezclan con que verdura, fruta o marsupial este nuevo producto para que dure mas, no seria raro que uno de estos días apareciera uno mezclado con cebolla para que se nos haga mas fácil hacer una ensalada chilena, todo por hacerle mas fácil la pega al cada vez mas desenfocado y estupido homosapiens, de ahí la idea de que nos dan alimentos para estupidizarnos y la inevitable involución de homosapiens a mongosapiens. Algunas veces también comí los frutos de las cannabicas de mi abuela y logre integrar a mi infancia profundas cavilaciones de la existencia, la vida, la muerte y la falta de todos esos estados, también perdí a varios amigos por que no entendían por que me reía tanto de sus ideas, a veces les regalaba galletitas cocinadas con la ancestral receta de la familia a los pocos amigos que me quedaban en la cuadra, todo funciono hasta que el hijo de la vieja Soraya, el chico luigi que vivía en la esquina comenzó a reírse de su madre por cada cosa que ella decía, fue tanta la risa que se cago y meo en frente de la vieja y le dio una especie de ataque compulsoide de carcajadas que terminaron descuajándole la mandíbula, recuerdo que salio como cascanueces directo a la posta con su mama llevándoselo de un brazo, el chico luigi no volvió a hablar, hasta que se curo la mandíbula claro. Su mama ya no le dejaba salir por que tenia el estigma de la drogadicción en su alma, o al menos eso nos explico el chico luigi a través de las rejas de su casa, la ultima ves que le fuimos a buscar, recuerdo que la vieja Soraya nos empapo con la manguera y recordó a toda mi familia incluyendo a mi difunta madre, en ese momento el agua fue excelente para sobrellevar los 20 minutos restantes de dia. Jamás me importo que me dijeran garatos, de hecho me gustaba inventar nuevas y diversas formas de ridiculizar a las personas, aparte esa vieja reculia tenia la concha arrastrándose por el suelo como apaleando locos y no se podía ni los cachetes.
miércoles, 3 de febrero de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario